La yerba mate posee innumerables beneficios para la salud: es más antioxidante que cualquier té, incluso que el verde, y es uno de los diez alimentos con más antioxidantes del mundo; es poderosamente anticolesterolémica; ayuda a controlar la hipertensión y es un excelente y natural energizante.
En países como la Argentina, el mate está declarado Bebida Nacional. Es notable, pero allí se consume más mate que cualquier otra bebida, incluso que el agua mineral envasada.
El consumo es altísimo pero también marca una suerte de pertenencia, mucho más quizá que a los paraguayos, uruguayos y brasileños, que también lo toman. Esta planta no crece en ningún otro lugar del mundo más que en Brasil, Argentina y una parte pequeña de Paraguay. En Siria consumen igual o más que en la Argentina, pero no la pueden producir.
Sin embargo, el fanatismo por la yerba mate parece no entender demasiado de límites geográficos ni fronteras; de hecho, en una cata de yerba mate se intentan reconocer —igual que en una de vino— y a través de los sentidos, las características de cada tipo de yerba. A ella también se la mira, se la huele, se la toca y prueba para reconocer sus defectos y virtudes.
Diferentes yerbas
Ahora bien, ¿todas las yerbas son iguales? No. Más allá de las diferencias que existen en todo el largo proceso de elaboración, cada marca de yerba se elabora con una mezcla o receta distinta. ¿Mezcla de qué? De los ingredientes que la componen: palo fino, palo grueso, hoja fina, hoja gruesa y polvo.
Modificando la cantidad de esos componentes es que se da con un perfil de sabor de una marca. “Para armar una receta interviene la granulometría; ponerle mayor o menor cantidad de cada componente modifica el perfil de sabor de una yerba. Hace que sea más suave, más intensa o más equilibrada”.
El proceso es muy artesanal. No es hoja molida metida dentro de un paquete; es un arduo proceso de elaboración donde el ojo, la nariz y el oído del hombre intervienen; todos los sentidos entran en juego.
En el caso de la yerba mate, la planta es una sola: la ilex paraguariensis que, según dónde nazca, crezca y se desarrolle, imprime las características del ambiente, del clima, del lugar, y eso se ve directamente reflejado en la yerba mate.
Tiene una vida útil de dos años después del momento en que fue estacionada y envasada. Luego de ese tiempo, caduca.
https://www.agrositio.com.ar/noticia/213897-buenas-practicas-agricolas-en-el-cultivo-de-yerba-mate
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