Durante cinco días, los hogares se limpian exhaustivamente y las ventanas se abren para darle la bienvenida a Laksmi, la diosa hindú de la fortuna. Para ello se encienden velas y lámparas para saludarla y que la luz sea protagonista. Cabe destacar que esta festividad tiene el mismo significado para los hindúes que la Navidad para los cristianos.
Durante estos días de fiesta, se preparan comidas en abundancia para compartir con la familia y amigos, se intercambian regalos, se regalan chocolatinas, dulces indios, se estrena ropa nueva, se compran objetos para la casa, joyas para las mujeres y se intercambian buenos deseos entre unos y otros.
Por su parte, la tarde es tiempo de oración y plegarias para los dioses antes del momento culminante de la fiesta: la ruidosa quema de petardos que altera la paz y las pulsaciones de la noche en las ciudades de la India. Un momento de colorido y luminosidad que merece la pena ser fotografiado.
Y es que para los hindúes la oscuridad representa la ignorancia y la luz el conocimiento. Por tanto en las noches de Diwali, la iluminación simboliza destruir todo aquello negativo del ser humano, como la maldad, la violencia, la lujuria, la avaricia, el fanatismo, el sufrimiento, etc.
Sin duda, una buena oportunidad para vivir una experiencia única y diferente en un país, la India, en el que el culto a la religión, a los dioses, es siempre celebrado por todo lo alto.
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