Se trataba de la fiesta más solemne del pueblo hebreo.
Así conmemoraban la salida de Egipto. Por haber ocurrido la resurrección de Cristo durante la Pascua judía, los católicos celebran ese suceso en la misma fecha.
Para no coincidir con la Pascua hebrea, que la festejan en la primera Luna Llena después del equinoccio de marzo, el emperador Constantino, en el Concilio de Nicea, en el año 325, decretó que se celebrara el primer domingo, después de la Luna Llena siguiente al equinoccio de marzo.
En el año 1477, la Iglesia se dio cuenta de que el equinoccio de primavera (hemisferio norte) se había adelantado al 11 de marzo, y como se trataba de una fecha muy importante y era fundamental para el cómputo de las festividades religiosas, este error era algo grave, ya que afectaba a la celebración de la Pascua de Resurrección.
Por este motivo el papa Gregorio XIII nombró una comisión de astrónomos como Cristóbal Clavius y Luigi Lilio, quienes utilizando una meridiana que hasta hoy se encuentra en la Torre de los Vientos en el Vaticano, notaron que el error era debido a que el Calendario Juliano, utilizado hasta entonces, equivocadamente establecía que la Tierra orbitaba alrededor del Sol en 365 días y 6 horas y realmente la Tierra tarda 365 días 5 horas, 48 minutos y 46 segundos en su movimiento de traslación. Por lo que en el año 1582 se abolió el Calendario Juliano y se estableció el calendario Gregoriano. Para solucionar el error, borraron diez días del calendario, al jueves 4 de octubre de 1582 le siguió el viernes 15 de octubre. Este ajuste logró que en el año 1583 el equinoccio de primavera sucediera el 21 de marzo y así la Pascua volvió a caer en el día exacto.
NOTA: Equinoccio, es la fecha en que el Sol en su aparente viaje, cruza la línea del ecuador camino al hemisferio norte en marzo y al hemisferio sur en setiembre; son los únicos días del año en los que el Sol sale exactamente por el este y se esconde exactamente por el oeste.
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