El cerebro se alimenta de glucosa y oxígeno para su óptimo funcionamiento. Está formado por 100.000 millones de neuronas y consume la quinta parte del total de la energía ingerida en los alimentos.
Durante los primeros tres años de vida, el cerebro se desarrolla hasta el 70 por ciento. Alcanza el que será su tamaño real a los 15 años y produce señales químicas en las que influye directamente el tipo de dieta y la hidratación. El hierro, el zinc y algunas vitaminas y grasas esenciales influyen en las funciones de la concentración.
Las neuronas transmiten información a lo largo del sistema nervioso a través de neurotransmisores. En la formación de estos aminoácidos es básico el triptófano, que está presente en alimentos como quesos, leche, huevo, pescado, carne, leguminosas, frutos secos, plátano, piña y aguacate. El hierro también es esencial en la formación de neurotransmisores, de hecho, su deficiencia puede causar anemia. Los niños que la padecen tienen bajo desarrollo intelectual y, si se trata de una situación persistente, los efectos pueden durar una década o toda la vida. La recomendación de hierro para adultos es de 15 mg diarios en hombres y 21 mg en mujeres.
Numerosos estudios han demostrado que la deficiencia severa de zinc afecta el comportamiento y las funciones congnitivas como la memoria corta y la atención. Se recomienda el consumo diario de 12 mg de zinc en hombres y de 11 mg en mujeres.
Las Vitaminas del complejo B tienen funciones relacionadas con la salud del sistema nervioso, la oxigenación y la obtención de la energía. La Vitamina B1,B2,B3, B6, B12, la biotina y el ácido fólico refuerzan la salud cerebral y las funciones neuronales.
Las grasas son indispensables en los bebés para la formación y el desarrollo neuronal y cerebral. La leche materna contiene las grasas perfectas para el crecimiento del sistema nervioso y el cerebro, las dos más importantes son el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), ambos de la familia de los Omega 3. Éstos forman las membranas que únen las neuronas y las células del ojo que son responsables de la visión.
El 85 por ciento del cerebro está formado por agua. Por ese motivo, la correcta hidratación favorece la concentración y el rendimiento cerebral. La deshidratación, en cambio, produce distracción, cansancio e incluso apatía.
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