domingo, 19 de mayo de 2013

EL ABANICO




El abanico, un elemento hoy bastante
fuera de época, fue usado por las civilizaciones antiguas. 
En Egipto eran grandes, realizados con plumas, y movidos por esclavos, para dar aire al faraón y a la vez espantar moscas y otros insectos. 



También se hallaron abanicos en restos arqueológicos de los Etruscos, en el 500 antes de Cristo. 

En China también era ampliamente usado, pero como pequeño objeto personal. 



No sólo servía para refrescarse sino que también era
un elemento decorativo y elegante, y en su realización se utilizaban diversos materiales: sedas, papel, plumas, bambú, encajes, marfil, maderas livianas, etc. 


Se pintaban decorativamente pues se usaban como ornamento personal, y hasta como sinónimo de complicidad amorosa. 

Recién en el siglo VII después de
Cristo se inventa el abanico plegable, en Japón. 


Se difundió posteriormente en Europa, y se comercializó
y arraigó más su uso en España, y de allí pasó a América. 
Es un elemento usado por las mujeres, aunque en algunas culturas también lo usan algunos hombres. 
En los siglos XVIII y XIX fue muy utilizado y la literatura y el arte lo reflejaron en las producciones. 
Existen en la actualidad diversas fábricas que se dedican
a la producción de abanicos, tanto para uso personal como para recuerdos y souvenires: de maderas, plásticos y otros materiales, pintados a mano o litografiados. 
Y también hay ofertas en los negocios de antigüedades de 
verdaderas obras de arte logradas en este objeto cotidiano de auge romántico.




El lenguaje del abanico:

se creó un particular lenguaje del abanico, algo así como un sistema sms de mensajes cortos y rápidos, pensados para el interlocutor masculino. 

Abanicarse sobre el pecho lentamente significaba: estoy buscando novio.
Hacerlo rápidamente: ya estoy comprometida.
Cerrar el abanico y ponerlo sobre la mejilla: me gustas.
Apoyar los labios sobre las guardas: no me fío.
Pasar el dedo por las varillas: tenemos que hablar.
Apoyarlo en el corazón: te amo.
Cerrarlo bruscamente: te odio.


Incluso llegó a crearse un sistema de letras que combinaba cuatro orientaciones con cinco posiciones, que daba un total de 20 signos correspondientes a letras. Vamos, todo un sistema de mensajitos sms de la época.

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